Pocas veces una serie ha logrado algo tan difícil como hacer de la filosofía un tema apasionante, accesible y profundamente emocional. Merlí, la producción catalana creada por Héctor Lozano, es una joya televisiva que rompió moldes al convertir las lecciones filosóficas en el motor narrativo de cada episodio. A través de su protagonista —el inolvidable profesor Merlí Bergeron— la serie logra no solo enseñar, sino hacer sentir, pensar y confrontar a los espectadores con sus propias ideas sobre la vida.
Desde su estreno, Merlí no solo captó la atención de los amantes de la filosofía, sino que se convirtió en una puerta de entrada al pensamiento filosófico para miles de usuarios de Netflix, demostrando que pensar también puede ser entretenimiento.
¿Por qué Merlí es mucho más que una serie sobre un profesor?
Merlí no es una serie de instituto cualquiera. Aquí no se trata solo de conflictos adolescentes o problemas escolares, sino de cuestiones existenciales, éticas y sociales que se abordan desde las clases del profesor de filosofía más irreverente que haya pisado un aula de ficción.
Interpretado magistralmente por Francesc Orella, Merlí es ese tipo de profesor que desafía a sus estudiantes, que incomoda, que no teme hablar de lo que los demás callan. Pero también es un hombre lleno de contradicciones, defectos y dramas personales. Y ahí está una de las grandes virtudes de la serie: nos muestra a un filósofo que enseña a pensar, pero que también tiene sus problemas mundanos como todos. No es un sabio lejano ni un gurú inalcanzable. Es, como diría Nietzsche, “humano, demasiado humano”.
Los grandes temas filosóficos que toca Merlí, sin que te des cuenta
Cada episodio está centrado en una corriente o autor filosófico: los peripatéticos, Maquiavelo, Nietzsche, Schopenhauer, Epicuro, Platón, Kant, entre muchos otros. Pero lo brillante de la serie es cómo esos conceptos se reflejan en la vida de los personajes, tanto estudiantes como adultos.
Merlí logra lo que muchos profesores de filosofía sueñan: hacer que sus alumnos piensen cosas que daban por sentado, que cuestionen lo que creen saber, que experimenten la duda como un camino hacia la libertad.
El trato con los alumnos y cómo repercute la filosofía en los jóvenes es una de las cosas que se destacan en la serie y que, quienes hemos tenido buenos profesores de filosofía, nos vemos reflejados en esas clases en las que se nos invitaba a pensar cosas que dábamos por sentado.
Un profesor humano, demasiado humano: la magia de Francesc Orella
Si la serie funciona como lo hace, en gran parte es por la interpretación absolutamente estupenda de Francesc Orella como Merlí. Su personaje tiene una presencia escénica que atrapa, con una mezcla de sarcasmo, carisma, sabiduría y vulnerabilidad que lo hace inolvidable.
Merlí no es perfecto —ni pretende serlo—, y eso lo vuelve auténtico. Es una mezcla de Sócrates y Bukowski, de Nietzsche y un padre divorciado intentando entender a su hijo. Esta complejidad es lo que hace que tantos espectadores se sientan identificados o, al menos, profundamente interpelados.
Cuando la filosofía se vuelve vital: impacto en los estudiantes y espectadores
La serie Merlí es una serie que todo amante de la filosofía debe ver. Si bien es de alguna manera filosofía condensada, ha servido como entrada al mundo de la filosofía para miles de usuarios de Netflix.
Los estudiantes de Merlí —a quienes él llama “los peripatéticos”— viven sus propios dramas adolescentes mientras absorben las ideas de los grandes pensadores. La filosofía deja de ser un contenido curricular para convertirse en una herramienta real para enfrentar la vida.
Uno de los mayores logros de la serie es cómo los temas filosóficos tienen consecuencias reales en las decisiones de los personajes: desde temas de identidad sexual hasta cuestiones de justicia, moral, libertad, familia, amor y muerte. Y eso se traduce también al espectador, que encuentra en cada episodio una pequeña chispa de reflexión personal.
¿Qué tiene Merlí que no tiene ninguna otra serie educativa?
Podríamos decir que hay otras series educativas. Pero ninguna con la combinación exacta de carisma, ritmo narrativo, profundidad temática y autenticidad emocional que tiene Merlí. No se siente forzada ni condescendiente, sino que respeta la inteligencia del espectador sin dejar de ser entretenida.
Además, los dilemas no se resuelven de forma simplista, los personajes evolucionan con matices, y el guion tiene la osadía de hablar de filosofía sin filtros, sin miedo al conflicto y sin endulzar los temas difíciles.
Las mejores frases de Merlí sobre filosofía que nos invitan a pensar
Aquí algunas de las frases más memorables que resumen el espíritu filosófico de la serie:
- “La duda es el principio del conocimiento.”
- “El que obedece siempre, nunca se equivoca, pero tampoco crece.”
- “Pensar duele, pero es el único camino hacia la libertad.”
- “Prefiero una verdad dolorosa que una mentira reconfortante.”
- “Vive como si cada día fuera el último, pero piensa como si fueras a vivir siempre.”
- “El mundo no necesita más obediencia. Necesita más pensamiento.”
Estas frases no solo suenan bien, te sacuden, te obligan a replantearte tu postura sobre la vida, los demás y uno mismo. Y lo más hermoso es que muchas de ellas no son invención de los guionistas, sino que están inspiradas en el pensamiento real de grandes filósofos.
Merlí: Sapere Aude y el intento de continuar una obra maestra
El spin-off “Merlí: Sapere Aude”, centrado en el personaje de Pol Rubio en su etapa universitaria, es una continuación interesante. Pero, no llega al nivel de Merlí. Sin embargo también es interesante para los fans de Merlí que se quedaron con ganas de un poco más de Merlí.
El corazón de la serie original era Merlí, su irreverencia, su humanidad. La ausencia del personaje se siente, aunque Sapere Aude tiene momentos valiosos y reflexivos por derecho propio. Pero no alcanza la misma resonancia emocional ni filosófica.
Merlí como puerta de entrada a la filosofía: un fenómeno real
Desde su aparición en plataformas como Netflix, Merlí ha sido una herramienta educativa informal, recomendada incluso por profesores y usada como puente para introducir conceptos filosóficos a estudiantes.
La serie basada en el libro (poner título y nombre del autor) combina entretenimiento y conocimiento, preguntas que se hace la filosofía y que hace pensar al televidente.
Aunque no profundiza como un tratado académico, su valor está en despertar preguntas, no en responderlas. En hacerte querer saber más de Nietzsche, de Hume, de Foucault. En darte ganas de leer, de cuestionar, de debatir.
Conclusión: la serie que te hace pensar, sentir y vivir la filosofía
Merlí es una serie que trasciende el género educativo o juvenil. Es una obra que conmueve, provoca, incomoda y —por sobre todas las cosas— hace pensar. Es una serie que logra humanizar la filosofía sin perder su profundidad, y que nos recuerda que pensar, dudar y cuestionar es, quizás, el acto más humano que existe.
La serie Merlí termina como debe terminar, un final digno de un filósofo, sin querer spoilear.
Y ese final, cargado de simbolismo y de vida, es el broche perfecto para una serie que se atrevió a filosofar en prime time y logró un éxito rotundo.
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